Imagina que tienes que escribir un artículo de opinión sobre "Agora", la película de Amenábar.
Si te piden que rellenes cinco folios, tu mente ejecutará automáticamente un "largo", que en música equivale a 20 pulsaciones por minuto. Es un tempo lento y ceremonioso, reflexivo y tranquilo. Estirarás las frases como un chicle, meterás subordinadas y relativos. Paja.
Si te dicen que cuatro folios, te verás obligado a concentrar tus pensamientos en menos páginas. Eso te supondrá acelerar tu ritmo para escribir un "adagio", o sea a más de 60 pulsaciones por minuto. Quitarás un poco de paja y tratarás de acortar las frases.
Si te dicen que tres páginas, tu mente se preparará para escribir al ritmo de un "andante", es decir más ágil, más dinámico. Suprimirás párrafos enteros, frases redundantes y calificativos repetidos. Las palabras archisílabas y sobresdrújulas se convertirán en llanas o agudas. No dirás "pluviometría" sino "lluvia". Tampoco dirás "dinamicidad" sino "acción". Pasarás de 100 pulsaciones.
Si se trata de concentrar el comentario en dos páginas, tu tempo podrá sobrepasar las 120 pulsaciones por minuto, incluso llegar a 160 pulsaciones, lo cual ya supone un ritmo de carrera. Entonces escribirás como si fuera un "allegro". Acortarás tus frases, pondrás un punto y seguido donde había una conjunción. Eliminarás descripciones engorrosas. Escribirás con palabras de menos de cuatro sílabas.
Y si tienes que resumir todo en un folio, no quedará más remedio que emplear frases muy cortas, como Oriana Fallaci, estilo de metralleta. Muchos puntos y seguidos. Nada de subordinadas. Pocos adjetivos repetidos. Al grano. Ese estilo se llama "presto" o "prestíssimo", y llega incluso a sobrepasar las 200 pulsaciones por minuto, una verdadera carga de la caballería.
Hace un siglo, cuando no vivíamos agitados por el concepto del tiempo (y del rendimiento) de ahora, las frases podían contener hasta 40 palabras. A medida que nos hemos hecho más acelerados, nos saltamos las descripciones engorrosas y las odiosas disertaciones: las frases se han acortado hasta contener una media de 15 palabras.
Pero la falta de concentración, las distracciones de tantas páginas webs que tenemos que leer, la facilidad con la que podemos conectar un móvil, un PC o cualquier dispositivo, obligan a los periodistas a escribir cada vez más con el "presto", es decir, soltar muchas ideas en pocas frases. Aun así, la mayoría sigue empleando el estilo "largo" porque desean impresionar a sus lectores. Es el estilo académico, formal, del siglo XIX. Pero así nunca te leerán.
El truco para dominar bien este arte consiste en usar el "presto" aunque tengamos que escribir muchos folios. Como he dicho antes, cuando sabemos que hay que escribir muchos folios, nuestra mente conecta el modo "lento" o "largo": es un estilo muy apagado pero lo hacemos así porque intuimos que nos vamos a quedar sin gasolina, que no vamos a rellenar tal cantidad de folios. ¿Pero qué pasaría si usásemos un estilo rápido en un texto largo? Que mantendríamos la atención hasta el último momento, tal como hacen los grandes escritores de best sellers. Las tres novelas de Larsson suman más de 2.000 páginas y la gente las devora como si fueran galletas. Es porque usa un tempo "prestísimo" (propio de la acción), a pesar de que la obra sea una larga sinfonía.
En la música, el ritmo lo dan las notas. Se les denomina redondas, blancas, negras, corcheas, semicorcheas, etc... Cada una divide la anterior en dos. Subdivide el tiempo. Por decirlo así, a medida que metamos más subdivisiones, aumenta el ritmo. Una palabra larga, por ejemplo, ornitorrinco, equivaldría a una "redonda", es decir, dura más tiempo. Un monosílabo, por ejemplo, "ya", equivaldría a una "semifusa". Es una nota muy corta.
De modo que, si deseas atrapar la atención, acelera tu tempo metiendo notas cortas. No importa cuánto dure la obra. Lo importante es usar notas cortas, que den más ritmo. El mejor ejemplo es Oriana Fallaci. Escribía como una metralleta. Los músicos llaman a esta técnica de acelerar el tempo,"stretto", "stringendo", "affrettando" o "accelerando". Consiste en ir subiendo las pulsaciones por minuto.
Vamos a poner dos ejemplos extremos, desde el "lento" hasta el "presto":
LENTO O LARGO. "Actualmente, desde distintas áreas del universo cinematográfico y artístico se viene insistiendo en la necesidad de mejorar la calidad del cine español pues, desde luego, contamos con grandes especialistas. No cabe duda de que uno de ellos es Alejandro Amenábar, quien acaba de digirir la película "Agora", que trata sobre las peripecias de Hipatia de Alejandría, una mujer científica del siglo V después de Cristo que propuso tesis fascinantes sobre el movimiento de los planetas.
Amenábar, gracias a su maestría plantea y responde en su cinta a las siguientes interrogantes: ¿Quién era esta mujer tan sobresaliente en su tiempo? ¿Cómo logró destacar en un mundo de hombres? ¿Por qué fue asesinada de forma vil por hordas de creyentes? ¿Qué le sucedió a la Biblioteca de Alejandría?
Sin querer entrar en las polémicas estériles y enjundiosas sobre la ejecución de esta obra cinematográfica, hay que reconocer que el cineasta español, vasco para más detalles, se ha sabido enfrentar con mano firme y con entereza a lo que parecía que había olvidado el cine español, me refiero al cine epopéyico e histórico, a ese viejo cine de masas y decorados, de movimientos de ejércitos y acción a lo grande. A mi juicio, Amenábar ha resuelto todas las dudas pues ha dado respuesta a todas las preguntas".
PRESTO PRESSTÍSIMO. "Alejandro Amenábar acaba de estrenar "Agora". Es la historia de Hipatia, una mujer científica del siglo V. Propuso tesis fascinantes sobre el movimiento de los planetas. Fue asesinada por hordas de creyentes, quienes incendiaron también la Biblioteca de Alejandría.
Por fin, el cine español ha recuperado la epopeya. Desde los decorados a los movimientos de masas, Amenábar ha resuelto todas las dudas que había sobre nuestra capacidad para hacer cine a lo grande".
1 comentario:
Este blog se está convirtiendo en un I+D de la comunicación. Estos post son muy interesantes.
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