Hace tiempo, el diario La Vanguardia invitó a tres personas a exponer en sus páginas de opinión un tema de debate titulado “hasta dónde llega la mente”. Se trataba de explicar a los lectores qué había de mito y de verdad en torno a las capacidades extrasensoriales de la mente. Una profesora de universidad escribió un artículo sobre la influencia de la meditación en el cuerpo humano. Un periodista que dirigía una revista de ocultismo, habló sobre la intuición y la premonición. Y un biólogo británico, sobre la sensación de sentirse observado. Tres temas de interés, sin duda, porque todos nos hacemos con frecuencia preguntas relacionadas con el desconocido poder de nuestra mente y hemos experimentado extraños sucesos que no logramos explicar.
Estos fueron los tres comienzos:
La erudita universitaria:
“Actualmente, desde distintas áreas de trabajo se pone de manifiesto la influencia de nuestra mente sobre el cuerpo. Los resultados que se obtienen mediante el entrenamiento en técnicas de biofeedback muestran que el estado mental condiciona en buena medida el estado corporal al demostrar que la intención del participante, un acto de la mente, modula las variables psicofisiológicas corporales”.
El periodista:
“Muchas personas sueñan con una situación futura o la presienten y son capaces de prevenirla. O más frecuente es que recordemos repentinamente a alguien con quien no hemos hablado en los últimos años, momentos antes de recibir una llamada suya o que intuyamos inexplicablemente, lo que una persona va a decir o a hacer”.
El biólogo:
“Cuando tenía ocho años, Emma Clarke volvía a casa cruzando un descampado. Sin razón aparente, se detuvo, miró hacia atrás y entonces le invadió el miedo. “Vi a un hombre mirándome desde el otro lado del campo. Se escondió detrás de un árbol. Corrí hasta llegar a casa”.
¿Alguien tiene dudas de quién lo explicó con más ingenio? El biólogo, por supuesto. Para probarlo, pedí al ilustrador Gorka Sampedro que leyera los tres párrafos y que dibujase lo primero que le viniese a la mente. Son los dibujos que muestro más arriba. Los dos primeros son abstractos o conceptuales. El tercero es una viñeta. Una estampa de un comic. Si tomamos un papel en blanco y hacemos el intento de dibujar lo que escribimos, descubriremos si sabemos de verdad contar historias de forma visual.
Conclusión: en la era de la imagen, de la TV, de los videojuegos, de los videoclips, si quieres que te lean escribe para que te vean.
Estas cosas las cuento en mi libro "Manual para escribir como un periodista" (Altera).
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