jueves, 23 de diciembre de 2010

Así consiguió El País la exclusiva de WikiLeaks

Como muchos periodistas envidiosos, me andaba preguntando yo qué había hecho El País para conseguir la exclusiva de WikiLeaks.

Este diario español publica desde finales de noviembre de este año los papeles confidenciales que filtra esta organización de hackers-periodistas. Es el único diario español que lo hace. Los cables, videos y documentos filtrados por Wikileaks son joyas que a los periodistas nos gustaría tener una vez al año.

El director de El País, Javier Moreno, no quiso confesar cómo se gestó todo, a pesar de que el domingo pasado escribió sobre ello en su periódico, tanto en la versión digital como la de papel.

Dice allí que un viernes por la tarde del mes de noviembre, recibió una llamada de Julian Assange, fundador de WikiLeaks, donde le proponía un encuentro. Pero Moreno en ningún momento dice cuándo comenzó esta labor de contactos y cómo.

Muy sencillo. Fue en verano de este año.

Por partes. En abril, Wikileaks saltó a la palestra mundial porque filtró un espectacular video donde dos helicópteros norteamericanos Apache disparan y matan a un grupo de hombres en Bagdad, entre ellos a un fotógrafo de Reuters y a su chófer-ayudante.

El 25 de julio, WikiLeaks permitió que tres medios mundiales publicaran papeles del Pentágono en la guerra de Afganistán. Eran The New York Times, The Guardian y Der Spiegel.

Esto despertó el interés de El País por ser el primer medio en castellano en publicar exclusivas de Wikileaks. Se puso en contacto con los representantes de Der Spiegel en España, y estas personas se pusieron en contacto con la central del semanario en Hamburgo. Fue a través de estas gestiones como El País consiguió contactar a Wikileaks. Según fuentes de Der Spiegel, eso sucedió en verano, antes de agosto. Es de presumir que el mismo mes de julio.

No fueron los únicos medios españoles en solicitar las exclusivas. Otro medio, lainformacion.com también lo intentó, pero como es lógico, WikiLeaks quería el mayor medio de cada país, o por lo menos que estuviera entre los tres principales.

La organización Wikileaks deseaba la máxima repercusión, tanto en España como en países hispanohablantes.

Tan sencillo, tan eficiente. Esa fue la historia de cómo El País logró tomar parte en las mayores filtraciones de documentos de la humanidad.

domingo, 19 de diciembre de 2010

WikiLeaks nos ha enseñado más relaciones internacionales que todas las clases de la Facultad

Lo que más me ha gustado de las filtraciones de los cables de las embajadas norteamericanas en el mundo, es que el mundo ha conocido cómo funciona la diplomacia internacional.
Hemos aprendido más de relaciones internacionales, que todos los libros que nos enchufábamos en clase.
¿No es delicioso comprobar cómo presiona EEUU a la justicia española? ¿Cómo intenta bloquear un supercontrato de una empresa española en el canal de Panamá'
Pero hay más cosas que tenemos que agradecer. Por ejemplo, al ser la mayor potencia del globo, sus embajadas están repartidas en todo el planeta y nos sirven para tener las pruebas de cosas que habíamos escuchado por ahí.
Hace tiempo, un empresario español que operaba en Marruecos me comentó que allí la corrupción de los funcionarios era descarada.
Yo le dije que quería hacer un reportaje pero él se negó a participar porque podía arruinar sus negocios allí. Prefería pagar comisiones que perder el negocio. Por eso me encantó ese cable de la embajada donde revela que los funcionarios marroquíes son corruptos y que piden comisiones.
Lo mismo le pasa a los funcionarios de República Dominicana que piden mordidas de todas las operaciones con empresas, con lo cual imagino que muchas empresas españolas habrán tenido que pagar a los corruptos.

Según el derecho internacional, eso está prohibido. Los países occidentales firmaron un acuerdo hace años por el cual no podían hacer esos trapicheos ni ocultarlos en sus balances. Las mordidas son una forma de mantener con vida a los corruptos y hay que eliminarlas. Pero las empresas deben sobrevivir. Son miles de puestos de trabajo.

Supongo que el gobierno de EEUU se ha sentido muy consternado con la publicación de estos cables (por ahora ha salido el 1% de los 250.000 aunque según El País, el 95% de los cables no tiene mucho interés). La revelación es un hecho tan bochornoso como si publicaran todos nuestros correos electrónicos, y en ellos se supiera lo que pensamos de nuestros amigos, novias, padres, hermanos...
A nadie le gusta eso.

Pero, si se publicasen los cables de las embajadas de España, ¿qué nos encontraríamos? Maniobras para presionar a Chávez, otras para presionar a Castro, defensa de los intereses de nuestras empresas en Bolivia, en fin, comprobaríamos que la diplomacia es la forma de continuar la guerra sin hacer disparos.

Los cables de WikiLeaks son la prueba del algodón de lo que la prensa de cada país sospechaba sobre su gobierno y sobre los gobiernos extranjeros.
Y la ventaja es que están ahí.

¿Servirán esos cables para que los marroquíes y los dominicanos sean menos corruptos ahora que todos lo sabemos con las pruebas en la mano?
¿Servirán para que Chávez deje de proteger descaradamente a etarras o a albergar a espías cubanos?
Creo que esos gobiernos seguirán haciendo su política, pero tendrán más cuidado porque está demostrado que todo se filtra. Ninguno de ellos podrá confiar en que su diplomacia se queda en los cajones.
Gracias Wikileaks.

domingo, 12 de diciembre de 2010

Cuando el periodismo científico parece una novela de intriga o de aventuras

Hace unas semanas, me invitaron a dar las dos sesiones inaugurales del Master de Periodismo de El Mundo. Expliqué a los alumnos la necesidad de usar todos los recursos literarios para captar la atención del lector en el primer párrafo.

Yo me refería a empezar con intriga, con suspense, con interés, paradoja, contradicción e incluso, empezar un artículo como si se tratara de una novela de Frederic Forsyth

Entonces, un alumno levantó la mano y dijo. "Bueno, eso quizá sirva para algunos géneros, pero cuando hay que ser serios como en el periodismo científico, ¿hay que usar también esos trucos literarios?". Él lo ponía en duda.

Y cuando el alumno se sentó, saqué de mi mochila un ejemplar de una revista científica. Se trataba de Investigación y Ciencia, que es la versión española de la revista norteamericana Scientific American.

Para entendernos, no es una revista para novatos, ni para personas que quieran asomarse a la ciencia. Es una revista para expertos, para gente con bastante conocimiento de medicina, astrofísica o antropología. Una revista para científicos.

Y entonces me puse a leer por azar los primeros párrafos que encontré, no sin antes mencionar en voz alta el nombre del autor y el título del artículo. Por ejemplo, John Elefteriades, escribía un artículo titulado "Cuando el aneurisma se complica", y empezaba así:

"Me disponía a disfrutar del primer sábado radiante de primavera cuando recibí la llamada de Lawrence Cohen, cardiólogo y compañero de la Universidad de Yale. Parecía aterrado. "Necesito tu ayuda, John. En el servicio de Urgencias. Ven enseguida. Se está muriendo, John. La estoy viendo morir".

Pasé unas páginas, y leí lo siguiente en un artículo de Glenn Starkman y Dominik Schwarz titulado "Disonancia cósmica":
"Imaginemos una orquesta de tamaño prodigioso que llevara tocando sin parar 14.000 millones de años. E imaginemos que la primera impresión que nos produjese fuera de armonía, pero que, al prestar más atención, percibiésemos que la tuba y el contrabajo interpretaban una partitura diferente.
Eso mismo sucede cuando se 'presta oído' a la música del universo, el fondo cósmico de microondas..."

Había más artículos. Por ejemplo, este titulado "Orígenes de la complejidad animal" escrito por David Bottjer. Dice así:
"En ese camión va un bilateral", me dijo Jun-Yuan Chen, mientras el vehículo desaparecía en un recodo de la carretera. Con Chen, paleontólogo de la Academia China de las Cuencias en Nanjing, y Stephen Q. Dornbos, por entonces de la Universidad de California del Sur, acababa de recolectar un cargamento de rocas negras en un yacimiento de 580 a 600 millones de años de antigüedad, de la provincia china de Guizhou. Chen estaba seguro de que contenían algo importante".

Cosmos, paleontología, medicina... Los artículos están cuidados con esmero para que un médico entienda la pieza de paleontología, y un paleontólogo, comprenda uno de astrofísica. Porque todos no sabemos de todo, pero tenemos una curiosidad cósmica, el sentimiento fáustico que nos impulsa a saber un poco de todo.

Los artículos luego se sumergen en explicaciones más complejas, y aunque muchos párrafos profundizan tanto que a los legos les resultan difíciles de asimilar, en conjunto, uno saca una idea bastante acertada de su contenido.

No sé si los editores de Scientific American recogen los artículos, los cocinan, les dan ese toque y luego los envían a imprimir. Puede ser. Es una característica del periodismo americano editar los artículos para que se entiendan, provengan de científicos, de políticos o de quien sea.

Lo importante es que detrás de ello, hay un esfuerzo singular por ser claros, por llegar a un público mayor, pero sobre todo, por informar o formar con entretenimiento. Si se puede hacer eso con cuestiones científicas de altura, ¿quién ha dicho que no se pueda hacer con cuestiones jurídicas o económicas?

(Los artículos pertenecen al número de octubre de 2005 de Investigación y Ciencia)

domingo, 10 de octubre de 2010

La magia de los titulares desvelada por un aprendiz de brujo

¿Has escrito un texto sublime? ¿No encuentras el título adecuado? Pues es como si no hubieras escrito nada. Sin no sabes construir las puerta, no importa en castillo que haya detrás.

Lo sé: es difícil elaborar un buen titular. En España, además, no hay una gran tradición de titulares. ¿La razón? La sospecho: el lector español no tiene sentido del humor, no entiende los dobles sentidos, cree que los titulares con guiño esconden informaciones frívolas.

La prensa anglosajona ha desarrollado a lo largo de su historia una relación con sus lectores que le permite sonsacar titulares simpáticos, atrevidos, curiosos, paradójicos y hasta irreverentes. Me acuerdo que la revista de negocios Business Week, una de las más afamadas de EEUU, usó el siguiente titular para hablar de las pastillas efervescentes Alka-Seltzer: "Plop, plop, fizz, fizz". Era la onomatopeya del sonido de las dos pastillas al caer a un vaso con agua.

Los titulares pueden ir elevándose de escala, igual que la escala de Richter, en función de su expresión informativa. He aquí un ejemplo. El suceso, pongamos por caso, es que un ministro del gobierno, llamado José Pozo, ha sido destituido por haber manejado el dinero público en su provecho.

Primer nivel (informativo del hecho): "Destituyen al ministro del Interior por malversar fondos públicos".

Segundo nivel (con verbos metafóricos): "Destituido el ministro del interior por meter mano en el dinero público".

Tercer nivel (con calificativos): "Destituyen al ministro del Interior por corrupto: malversó dinero público".

Cuarto nivel (con juegos elegantes de palabras): "El ministro Pozo se hunde al ser destituido por su mala gestión del dinero del estado".

Quinto nivel (sensacionalista): "¡Te pillaron!".

Sexto nivel (editorial): "Un ministro menos: despiden al de interior por malversación"; o también "Otro ministro del Interior que no pudo contener su codicia es destituido por malversar fondos".

Séptimo nivel (frívolo): "Pozo se hunde hasta las cejas: despedido por corrupto".

Se podrían seguir poniendo ejemplos, y salir decenas de titulares, que serían una mezcla de los anteriores. ¿Cuál emplear? Los medios usan todos pero los administran con moderación. Ante hechos que se acaban de producir, se emplean los informativos. Sin embargo, los medios digitales de segunda lectura (los que no se leen al principio, sino que los lectores entran a ellos para complementar la información,), suelen usar los otros titulares: interpretativos, calificativos, frívolos, curiosos....

En los cursos de periodismo no se aclaran en las clasificaciones: hablan de tres tipos de titulares. Por ejemplo:

*Informativos: expresan el hecho y el protagonista. "Destituyen al ministro del Interior por malversación".

* Expresivos: intentan impactar en las emociones de os lectores. Dicen los expertos que "suelen ser de una palabra, aparecen en la primera página y son muy frecuentes en la prensa deportiva". Por ejemplo: "¡Pillado!"

* Apelativos: según leo en una web, "utilizan el lenguaje para llamar la atención sobre un hecho del que no se informa en profundidad. Son propios de la prensa sensacionalista y de sucesos". Por ejemplo: "La corrupción alcanza al ministro del interior: destituido por ladrón".

Se pueden establecer tantas categorías como se quiera. Yo creo que es una cuestión de niveles. Y de espacio. Si todos los titulares de un periódico fueran así, sería un medio muy sensacionalista. Si sólo es el 10%, y estos se redujeran al ámbito de lo social o curioso de verdad, entonces, sería como la mayoría.
En mi opinión, hay que saber distribuir los titulares en todos los rangos que he puesto al principio.

domingo, 3 de octubre de 2010

El estilo de internet no debe ser el de la prensa de papel sino el de los blogueros

El presidente de Slate Group, Jacob Weisberg, estuvo visitando lainformacion.com hace una semana. ¿Por qué? Fue un detalle de la embajada norteamericana. Weisberg deseaba conocer un diario generalista digital español, quiero decir, un diario absolutamente digital y absolutamente general que hubiera nacido con ese objetivo. Y la embajada nos llamó preguntándonos si podíamos recibir a Jacob. "Encantados", dijimos en lainformacion.com.

Jacob sólo iba a estar 45 minutos y se quedó hora y media con nosotros. La esencia de ese encuentro quedó reflejada en un artículo de 233grados.com.

¿Lo que más me gustó? Dos cosas: uno, que Weisberg se quedó impresionado con el nivel técnico de la web (los gráficos, los videos, nuestras fotos); y dos, que cuando le pregunté si los medios digitales estaban copiando erróneamente el estilo de los medios de papel, dijo que efectivamente, estaba pasando eso y era un error.

Los medios de papel tienen una voz seria y distante, una voz fría. Pero Internet necesita una voz más cercana del periodista, porque los periodistas mantienen con sus lectores una relación más estrecha, casi de correo electrónico.

Esto es lo que dijo Weisberg:

“Escribir en internet es diferente que es escribir en papel. ¿Por qué? Pues porque cuando escribes en un medio digital tienes una relación más estrecha con el lector. Es como escribirle correos electrónicos. De hecho, el lector te escribe, o comenta tu información, la pasa a las redes a través de Twitter o Facebook. Con ese lector tienes una relación más estrecha. Tienes que hablarle con otra voz, una voz más cercana. El periodismo en internet tiene que usar un tono más natural, parecido al de los bloggers, más coloquial, más conciso, más personal”.

La gran batalla del siglo XXI: periodismo de tinta contra periodismo de enlace

Hace unas semanas, Jeff Jarvis fue entrevistado por El País. Una de las declaraciones más atrayentes era la siguiente:

"En un mundo de hiperabundante oferta de contenido, lo caro no es crear el contenido, sino encontrar el mejor contenido. No es que sea gratis crearlo, pero hay tanto que elegir que la selección se convierte en una gran necesidad. Y ese es un papel editorial. Los periodistas nos convertimos más en seleccionadores de información que en creadores de información. El otro hecho económico es que hay dos maneras de añadir valor en Internet. A la gente no le gusta oírlo, pero yo suelo decir que es la economía de la tinta frente a la economía del enlace (en inglés, ink versus link). En la economía del enlace es el enlace el que aporta valor: un contenido sin enlace no tiene valor, nadie lo ve; gana valor a medida que genera enlaces".

Jarvis dice desde tiempo inmemorial que el truco de internet consiste en lo siguiente: "Haz lo qe mejor sepas hacer y enlaza el resto".
Añade que una redacción con pocos periodistas, puede competir así con una redacción con muchos periodistas. Es lo que está demostrando Propublica, Huffington Post, y tantos otros.

domingo, 5 de septiembre de 2010

Los periodistas aún no han descubierto el lenguaje de Internet

Rosental Alves, consultor de periodismo, ha concedido una entrevista a El País donde desgrana una pregunta importante. ¿Hemos entendido lo que deben ser los diarios en internet? Pues no porque lo que estamos haciendo es llevar nuestras manías y concepciones del papel a la red.

He aquí unos extractos.

Rosental Alves: el lenguaje de Internet está por descubrir; o está por juntar todo lo que se descubrió. Pero no son los periodistas los que van a descubrir el lenguaje de Internet, son los usuarios. En el sistema media-céntrico del pasado, los descubrimientos los hacían los medios, que creaban productos y los probaban para ver si funcionaban o no. Ahora es la Red quien tiene el poder de la innovación. Las empresas de comunicación están siguiendo a la gente, no es al revés. Lo que se crea en las redes sociales, la producción de los aficionados, los blogs, determinan lo que está por venir. La principal diferencia entre Google y los medios convencionales es que Google trabaja a partir de la perspectiva del usuario; y las empresas de medios trabajan desde la perspectiva de los productos. Diseñan productos y acuden al usuario para preguntarle: "¿Cómo puedo mejorar mi producto?", en vez de ir directamente a ver qué es lo que está haciendo el usuario, cómo reacciona, qué produce y qué consume. Es una lógica nueva, y pienso que la innovación y el nuevo lenguaje van a salir de allí.

P. Crear redes sociales alrededor de los medios, como ha hecho EL PAÍS, que acaba de poner a caminar su propia red social, Eskup, ¿forma parte de esa nueva lógica?

R. Claro que forma parte, es intentar adoptar esa lógica. Pero, una vez más, en eso, los medios llegamos tarde. Véase la fuerza que adquiere un medio como Twitter, y en lo que se ha convertido en dos o tres años. Los medios tradicionales van a seguir llegando tarde porque no consiguen romper la dificultad de la innovación. En primer lugar, porque tienen muchos compromisos con el statu quo: la primera preocupación de un periódico es no canibalizar el papel, por ejemplo. Eso supone una gran limitación. ¿Acaso es mejor que otros canibalicen en vez de canibalizarse uno mismo? Esta es la receta para un suicido: si alguien va a canibalizar tu producto, mejor que seas tú mismo el que lo haga. Los medios están sufriendo los efectos de unas tecnologías disruptivas, una ruptura tecnológica que afecta profundamente a su actividad. Es necesario tener una distancia para poder actuar con fuerza. Hace unos días almorcé con el editor jefe de uno de los principales periódicos de Estados Unidos y le pregunté: "Cuando hablo con directores de medios de países donde aún no se ha producido esa ruptura, ¿qué consejo debería darles?". "Que crean, lo primero, en la web", me dijo. "Que no tarden tanto como nosotros en entender que el futuro es digital y que, aunque no haya ganancia ahora, es necesario aprovechar mientras todavía los medios tradicionales dan dinero para aplicar una parte sustancial de este dinero a los medios digitales. Que entiendan la tecnología y que tengan más tecnólogos en el equipo".

viernes, 30 de julio de 2010

Las sentencias contrapuestas, un lío para la mente

Hace unos días leí un obituario escrito por el excelente divulgador científico Javier Sampedro donde usaba una frase difícil de entender para la mente humana.

Hablaba de Gerson Goldhaber, descubridor de la materia oscura del universo. Para deducir esta materia, Goldhaber investigó cómo se separaban las galaxias y cómo el universo se expandía. En el mundo de los científicos que estudian el universo, se sabe si una galaxia se aleja mediante una técnica basada en colores. Se hace una especie de espectrografía y se delimita si los colores se desplazan al rojo o al azul. Creo recordar de mis modestas lecciones de Historia de la Ciencia (sí, lo dimos en Filosofía), que el desplazamiento del espectrograma al rojo o al azul significa que la galaxia se aleja o se acerca, y más o menos se puede calcular a qué velocidad.

Un grupo de científicos propuso que el universo se expandía cada vez más lentamente. "Las supernovas de las galaxias más remotas", dice Sampedro, "se estaban alejando 'más despacio' que las de las galaxias más cercanas. Goldhaber interpretó esos resultados correctamente: implican que el universo de expandía más despacio antes que ahora. La expansión del cosmos está en aceleración, contra todo pronóstico".

Esta frase hay que leerla varias veces para entenderla. La confusión procede de dos cosas: en primer lugar, quienes conozcan un poco de cosmología, saben que las cosas que están lejos son más antiguas, de modo que si las cosas que están más cercas son más recientes y van a mayor velocidad que las antiguas, quiere decir que el universo se expande. Es como medir la velodidad de un coche en el minito uno (50 Km/hora) y en el minuto dos (100 Km/hora). Significa que el coche acelera. Las estrellas recientes están en el minuto dos.

Y en segundo lugar, la confusión procede del uso de palabras que la mente humana interpreta en sentidos opuestos. Expandirse supone amplitud. Pero si se combina con la palabra despacio, entonces, la mente no sabe si se expande o se contrae. Es como cuando se usan términos cuantitativos como "muy poco" o "demasiado pequeño". "Muy" significa más cantidad, pero "poco" justo lo contrario. Es una forma de enfatizar que confunde, igual que "demasiado" que quiere decir "más", y pequeño, que viene a decir, "menos".

"Muy" es un adverbio que denota un grado superlativo, y de ahí que la mente humana la confunda a veces con crecimiento.

Expandirse más despacio, no es contraerse, es disminuir la velocidad. Pero el universo no se contrae, ni pierde velocidad. Sampedro quiso decir eso. Quiso decir que ahora se expande a más velocidad.

En el mundo de la economía, esta aberración se pone de manifiesto cuando se habla de crecimiento negativo, que en realidad es decrecimiento. Hace poco leí en El País que la economía americana "modera con fuerza su crecimiento", lo cual introduce un término de cantidad superlativo (fuerza) y un verbo que denota disminución (modera).

De modo que una forma de explicar las cosas mejor cuando se manejan magnitudes, velocidades y tamaños consiste en acertar con la palabra: desacelerar es disminuir la velocidad, pero no ir marcha atrás. Decrecer sí es empequeñecer.El universo se acelera o desacelera. La economía americana se acelera o desacelera.

Otra forma de expresarlo mejor es usando metáforas: el universo gana velocidad, o va adquiriendo más fuerza.

jueves, 29 de julio de 2010

El test moral que debe pasar todo periodista

Hace poco me llegó este test.

Creo que todo periodista debería hacerlo para probar sus cualidades morales. Hay que seguir las instrucciones atentamente.

Está compuesto de una sola pregunta.
No debe contestar precipitadamente. Debe reflexionar antes de responder.
Responda con sinceridad. Es muy importante para probar su formación moral.

Recuerde que debe dar una respuesta instintiva, pero absolutamente verdadera.
Desplace el texto lentamente (esto es muy importante para la prueba).

Empieza en test:

Está en la Selva,...
en el Amazonas, para ser precisos...

Está en la mitad del caos producido por una inundación...

Unas lluvias increíbles...

Es reportero de un importante grupo editorial...

y está en medio de este desastre...

La situación está al límite...

Está intentando hacer las fotos más impresionantes. ..

Alrededor suyo el barro destruye casas, hace desaparecer personas...

La furia de la naturaleza se lanza con una violencia inaudita...arrasando todo a su paso....

De repente, ve una 4x4...

Los pasajeros están luchando desesperadamente para no ser barridos por la
corriente de fango, agua y piedra...

Se acerca...

Hay tres personas dentro

Ahora se da cuenta de que la furia del río está a punto de
arrastrarlos definitivamente…

Tiene dos opciones: Salvarlos o hacer una foto!!!

Salvarles la vida o ser autor de una foto del premio Pullitzer.

Y AHORA LA PREGUNTA:

(conteste sinceramente)


¿La saca con flash o sin flash?



martes, 27 de julio de 2010

"Tienes un sobre anónimo en recepción". Así comienza el periodismo de investigación

Un día te llaman de recepción y te dicen: "Oye, baja que tienes un sobre aquí". Es un sobre anónimo y cuando lo abres, ves un montón de documentos confidenciales. Ese es el inicio del periodismo de investigación en el 80% de los casos. Bueno, podemos incluir chivatazos por teléfono que es más o menos lo mismo.

Los lectores sienten mucho respeto por los periodistas de investigación, pero de ver tantas películas quizá se imaginen que son personas que un día, en un bar, ven cómo alguien dobla sospechosamente la servilleta y de ello deducen, como Sherlock Holmes, que ahí se esconde un gran secreto. Tiran del hilo y al cabo de un año publican una exclusiva que hace caer un gobierno.

No es lo que suele pasar. Lo siento. Más bien es como he dicho antes: alguien muy cabreado, muy desilusionado o pirado filtra un documento a la prensa, alguien con acceso a información confidencial restringida.

Los buenos periodistas investigadores son los que tienen la paciencia de fijarse en ese documento, contrastarlo, rastrear el origen y publicarlo con todas las pruebas.

Y ahí es donde fallamos la mayoría: primero, porque es muy caro tener un periodista investigando un tema durante meses. Muy caro porque mientras tanto no produce noticias y la maquinaria del periódico o de la cadena de televisión no tiene tanta paciencia.

Y segundo, porque aunque el medio tuviera esa paciencia, quien no tiene esa cualidad es el propio periodista pues prefiere lo facilito: ir a una rueda de prensa y sacarse la mininoticia del día.

Admiro a los reporteros pacientes y a los jefes que confían en ellos. Lo malo es que cada vez hay menos animales de esa clase porque la crisis económica obliga a echar muchos periodistas a la calle, de modo que quedan en las redacciones tienen tanto trabajo, que no se pueden ocupar de investigar nada.

Y por supuesto, hay que tener instinto para decir "aquí hay un tema digno de investigar". Cuando el contable de Filesa, la empresa que obtenía financiación para e PSOE en los años noventa, se presentó en un medio catalán para contar todos los entresijos, nadie le hizo caso. Se fue a El Mundo y aquí si le hicieron caso. Resultado: gran exclusiva.

Las grandes investigaciones periodísticas de la historia proceden así: alguien cabreado o molesto filtra la información. Los famosos "papeles del Pentágono" que mostraban el desastre de las Guerra de Vietnam, los filtró Daniel Ellsberg, un economista y militar que manejaba documentos secretos. Los estuvo fotocopiando durante un año y los filtró a The New York Times.

Años después, cuando un agente del FBI cabreado porque no se le había ascendido filtró documentos a The Washington Post, se produjo la caída de Richard Nixon pues se demostraba que el presidente de EEUU espiaba a sus adversarios políticos de forma ilegal poniendo micrófonos en un hotel. Los periodistas fueron guiados por "garganta profunda". Se fiaron de esta fuente y triunfaron. Era el caso Watergate.

La prueba de que el periodismo de investigación funciona por filtraciones anónimas que surgen casi por azar, es que Wikileaks ha triunfado.
Esta web afirma que garantiza la confidencialidad de todo aquel que quiera filtrar documentos importantes. Miles de personas envían documentos a esta web y esta web los filtra a grandes medios del mundo sin mencionar de dónde han salido.

Es decir, Wikileaks se ha convertido en la gigantesca recepción planetaria donde la gente anónima deposita sobres con documentos secretos. Wikileaks entonces llama a alguien, a unos periodistas y dice: "Alguien anónimo ha dejado esto aquí".

lunes, 5 de julio de 2010

No me aburra con su columna

Publiqué esta columna en Xornal para criticar a los que escriben columnas.

Me lo paso en grande leyendo los primeros párrafos de los artículos de opinión de los periódicos, de las revistas o de cualquier publicación de empresa. La mayoría empieza diciendo “actualmente” o “a propósito de”. Otros citan una ley importante que van a comentar. Y muchos arrancan con “todos sabemos que la actual reforma es un desastre”. La que más gracia me hace es la que empieza con un adverbio terminado en -mente como “inicialmente”. Me entra la risa.

Cuando doy clases de escritura, siempre digo que los dos o tres primeros párrafos se pueden tachar porque son muy aburridos: lo importante suele venir en el cuarto párrafo. Pero todos los artículos empiezan de una forma muy académica porque los autores quieren impresionar a los demás. Que piensen que son personas eruditas, académicas, inteligentes. A nadie se le ocurriría comenzar con un relato como éste. “Juan Pérez llegó al banco con la intención de reducir su hipoteca y salió con una deuda aun mayor. Todavía no sabe qué pasó en esos 15 minutos”.

O bien, con una reflexión inteligente. “La guerra contra el tráfico de drogas batió el año pasado todos los récords: colaboraron 198 países, se incautaron 150.000 toneladas de drogas, se movilizaron más de medio millón de policías en todo el planeta. Pero hubo otro récord: no pudieron evitar que el año pasado fuera el de mayor producción de opio de la historia. Algo falla”.

Me llama la atención el tamaño de las frases. Es otra forma de divertirme. Me pongo a contar cuántas líneas pasan hasta encontrar un punto. La semana pasada vi una frase de 13 líneas y de un ancho de columna mayor de lo normal. Había subordinadas y yuxtapuestas –esas frases metidas entre comas o guiones como esta que son como los tropezones de hueso en medio de una salchicha–, y, por supuesto, muchos adverbios terminados en -mente: indudablemente, erróneamente, objetivamente. Gracias a la mente que produjo esos adverbios, las palabras se alargan como chicles.

LAS ARCHISÍLABAS

Y para rematar la mala faena, los autores de esas columnas de opinión disfrutan escribiendo palabras de más de cuatro sílabas. Vean este ejemplo: “Aunque la crisis haya tenido un origen indudablemente extrínseco, la sistemática negatividad de sus repercusiones en España, y unas actuaciones gubernamentales fundamentadas en impracticables diagnósticos –objetivamente erróneos y conscientemente falseados–, han desembocado en el actual desastre”. Hay 15 palabras de más de cuatro sílabas en unas pocas líneas. El ojo humano se agota con rapidez, sobre todo si esas palabras no significan gran cosa. El catedrático vasco Aurelio Arteta las llama archisílabas. Son esas que terminan en -ción o -idad, como concatenación o gobernabilidad. La gente que no sabe escribir, piensa que a los lectores les sobra el tiempo. En lugar de ir al grano, emplean cientos de palabras, o palabras muy largas. Nadie les lee. Bueno sí. Hay alguien que siempre llama, un alumno, un buen amigo, un pelota. Solo uno. Pero el autor llega a su casa y dice “me han felicitado”. En plural.

domingo, 4 de julio de 2010

Las frases negativas, una distorsión de la mente

Los neurólogos todavía andan discutiendo si la mente humana puede entender las frases negativas. Unos dicen que no: que el inconsciente no sabe interpretar las negaciones, que es una autodestrucción de la mente, que no estamos preparados.

Luego vienen los psicólogos de la conducta que nos aconsejan no usar negaciones o frases negativas, pero no porque no las entendamos, sino porque son pesimistas, nos impiden actuar. Y luego están los expertos en PNL o Programación Neurolingüística, quienes afirman que las frases positivas nos ayudan a alcanzar antes nuestra meta. Piensa en positivo y obtendrás tu recompensa.

Yo no voy por ahí.

Pienso que las negaciones siempre tienen algo perverso. Puede ser atractivo y las he usado mucho en este post, pero hay algo dañino en ellas. Hace tiempo, leí que Hemingway desaconsejaba (antes había escrito 'no aconsejaba') abusar de las negaciones, o de las composiciones negativas. Era mejor usar sustitutos positivos, aunque fuese una frase dramática o una situación pérfida.

Los lingüistas afirman que una de las técnicas más simples de sugestión hipnótica es la negación.

Ordenan: "No piense usted en el color azul". Y claro, para entender esa frase, es preciso pensar en el azul. Eso es lo que exponen Grinder y Bandler en Tranceformations.

El director de la revista Muy Interesante me recomendó una vez escapar de la tentación de poner No en la portada. Estaba demostrado que las ventas caían cada vez que se usaba una negación en la portada.

Las dobles negaciones son construcciones muy difíciles de entender en castellano. “No puedo no dejar de ir”, es difícil de entender. Pero decir “tengo que ir” es más fácil y encima es lo que significa esa frase.

O bien, negaciones combinadas con verbos de omisión o de negación. “El juez se negó a suspender una frase del acusado donde omitía su participación en el asesinato”. Es un tanto alambicada. “Suspender” y “omitir” son verbos negadores en cierta forma. Es mejor decir: “El juez incluyó la frase del acusado donde afirmaba no tener relación con el asesinato”.

Las frases en positivo son psicológicamente más inteligibles. Las negaciones necesitan afirmaciones. Por ejemplo, si yo digo “Fulanito de tal se fue al campo a coger amapolas pero no logró traer ninguna”, en realidad es una afirmación, una realidad.

¿Qué problemas traen las frases negativas? Que tardamos más en comprenderlas. Esto es lo que dice el profesor Francisco Valle Arroyo, de la universidad de Oviedo. “Numerosos estudios empíricos, en dos décadas de investigación psicolingüística, han puesto de manifiesto que en general las oraciones negativas son más difíciles de entender que las afirmativas correspondientes, y esto tanto si se trata de tareas de relleno como verificación. La dificultad de comprensión ha sido definida operacionalmente como el tiempo de reacción (TR), es decir, el tiempo que transcurre desde la presentación de la frase hasta que el sujeto da una respuesta adecuada: completa la frase que le había sido presentada o evalúa la verdad o falsedad de la misma.”

miércoles, 30 de junio de 2010

Consejo a los periodistas que quieren ser escritores

Esto le pasó a Mark Twain.

Mark Twain llegó a Nueva York en 1867. Venía de San Francisco. Hasta entonces, se había ganado la vida escribiendo artículos periodísticos en medios locales.
Un amigo suyo le había conseguido una cita con Carleton, un editor. Twain había escrito algunos cuentos que había tenido cierta fama en los “estados atlánticos”, pues en la costa este se había disfrutado con su “La rana saltarina”.
Twain confiesa en su autobiografía que estaba “encantado y emocionado y casi deseando meterme en la aventura si alguna persona industriosa me ahorrase la molestia de recoger y reunir los relatos”.
Se presentó el escritor con su colección de relatos en el despacho del editor, Carleton. Éste se levantó y dijo de forma brusca.
-Bueno, ¿qué puedo hacer por usted?
Twain le recordó la cita. Entonces, Carleton empezó a hncharse e hincharse, y empezó a soltar una lluvia de palabras.
-¡Libros! ¡Mire todas esas estanterías! Cada una de ellas está cargada de libros que están esperando por su publicación. ¿Necesito yo más? Perdóneme, pero no. Buenos días.
Pasaron 21 años hasta que Twain se encontró con Carleton. Fue en Lucerna, en Europa. Carleton se acercó y dijo:
-Yo soy sustancialmente una persona oscura, pero tengo un par de colosales distinciones que me avalan para conseguir la inmortalidad, a saber: rechacé un libro suyo, y por eso estoy aquí arriba sin competidor posible como el asno más grande del siglo XIX.
Para Twain fue “una venganza largo tiempo aplazada”.

domingo, 27 de junio de 2010

Un artículo de opinión sobre Chávez y esa española que conocí

Este artículo me lo publicó La Gaceta el sábado pasado.

HUGO CHÁVEZ Y LA ESPAÑOLA DE ACERO

Dos periodistas italianos, dos franceses y yo estábamos sentados en unas sillas de tijera junto a miembros del gobierno de Chávez, acurrucados bajo una lona que nos protegía del sol tropical. Era un set de televisión improvisado sobre un campo de béisbol, perfecto para escuchar ‘Aló presidente’, el programa dominical de Chávez que, como siempre, duró de la mañana a la tarde.

Chávez destituyó a un director general, habló en inglés en tono de broma, cantó, tocó la guitarra de cuatro cuerdas (el ‘cuatro’), atendió la llamada de un ciudadano, y dio la bienvenida a los periodistas europeos. A todos menos al que venía de España: “La prensa española es la que peor me ha tratado del mundo”. Un periódico español lo había calificado de Bobo Feroz. Eso le puso furioso y yo me tragué su chaparrón ante las cámaras.

Como confort a esa reprimenda, fui el único periodista que bajó hombro con hombro con Chávez por las calles de aquel inmenso barrio de chabolas, el mayor de Caracas. Los padres de familia le llevaban bebés enfermos para que los inmunizara, y los generales de división, con una libreta, tomaban nota del nombre del infeliz y le prometían buscarle un hueco en el hospital. Las jóvenes excitadas le vitoreaban desde los alféizares como si fuera un cantante de rock. Los pobres le aclamaban entre lágrimas como un Mesías. El pueblo le idolatraba. Una tras una, Chávez había ido ganando las elecciones y los referéndums. Tenía todo el poder. Al final del día, Chávez, desde una tribuna en medio de una plaza de aquel barrio, repartió microcréditos para peluqueras, camareros y albañiles, mientras un equipo de oftalmólogos revisaba la vista gratis y repartía gafas a todo el mundo.

Al día siguiente le entrevisté en el Palacio de Miraflores. Todo aquello estaba muy bien, le dije, los microcréditos, las gafas, los hospitales… Pero ¿dónde estaba el gran plan para levantar al país de la miseria económica, el imponente plan de infraestructuras, aquello que daría trabajo y riqueza al pueblo entero? “Tenemos que subir los 8.800 metros del Everest, pero sólo hemos escalado un metro. La cima está bien lejos. Pero estamos subiendo”. Esa fue la metáfora que usó Hugo Chávez cuando lo entrevisté en 2002. Ahora, esa cima está aún más lejos.

Hoy me acuerdo de esa escalada metafórica pero sólo para imaginar que Hugo Chávez se despeñó y, como las grandes cordadas montañeras, ha arrastrado a un país de 27 millones de habitantes al abismo.

Falta luz, agua, café, leche maternal, huevos, carne… El país se hunde. Chávez cree que existe una conspiración de empresarios, y envía a sus malhechores a invadir tierras, nacionalizar embotelladoras y cafeteras, e intervenir mercados. Resultado: no hay ni leche. Y la que hay es en polvo. Importada de Bielorrusia.

Pero, la leche en polvo le importa un pimiento a los muertos, la verdadera industria nacional. Cada año mueren asesinadas 10.000 personas. En Caracas, 50 muertos en el fin de semana es tan habitual que los periódicos ya no les dedican ni breves.

Que quede claro: quienes allá mueren son los pobres, porque los ricos tienen dinero para sufragar barras levadizas, garitos con vigilantes, patrullas con luces direccionales, guachimanes con pistolas, y coches con blindaje. Y si el estúpido ladrón salta esos controles, están las rejas electrizantes, las fauces caninas, las puertas estancas, y por último, el ojo negro de la escopeta recortada, cuyo dueño espera excitado para soltar un trabucazo y gritar “te vas p’al otro mundo”.

Las casas de los pobres tienen puertas que se llaman cortinas, ventanas blindadas por el aire de la noche, y los perros son tan escuálidos que a los matones les dan más pena que los inquilinos. Por eso asesinan a los segundos y dan a los primeros lo que queda en los platos. Siempre es una arepa, una torta de maíz que se rellena con cualquier cosa: antes con pollo y aguacate, ahora con un “maldita seas, Chávez”.

Yo tuve una foto de Chávez pegada a mi despacho porque creí en él. Seguí creyendo en él cuando mi madre, española de acero, amante de Venezuela hasta perder su acento valenciano, más dura que el dolor, esposa de un andino que jamás la tuteó, me dijo cuando iba a mi entrevista con el presidente: “Lástima que no guardo un revólver para que te lo lleves y le eches plomo”.

Dos años después, dos malandros le pusieron un cañón en la aorta, la metieron en su carro americano, la abandonaron por ahí, y se fueron muertos de risa. Los seis hijos dedicamos una oración a los maleantes porque la devolvieron viva, sin auto, pero viva. Y mamá, con su arrechera, seguía maldiciéndoles. La Guerra Civil no le había ablandado la sesera. Esa generación…

Murió hace dos meses. La última vez que la vi estaba enchufada a una máquina de oxígeno y a dos generadores eléctricos porque la ciudad sufría los apagones de Chávez. Le acaricié el palo y me acordé de su cara furiosa cuando yo defendía al presidente-comandante. Y pensé: cuánta razón tenía esta española tan arrecha, carajo.


viernes, 25 de junio de 2010

¿Deben los periodistas aceptar premios?

Empresas, instituciones oficiales o privadas, fundaciones… Estos organismos conceden decenas de premios a los periodistas. De alimentación, de juguetes, de energía, de finanzas. Hay tantos premios que casi todos los periodistas tienen uno en su casa. Pero ¿deben aceptar los periodistas esos premios? ¿Les condiciona su forma de informar?

Ajá.

Cuando fui director de una revista y un periódico, establecí que los periodistas no se podían presentar voluntariamente a ningún premio. Lo hice para evitar que el lector pensara que ese periodista había escrito un artículo para ganar el premio. Ya saben que los premios se dan por un artículo o un reportaje en concreto, y en caso de que el periodista haya presentado el suyo, existe la sospecha (lo sospecha el lector), de que el escritor no ha sido honesto. Alguien puede pensar que ha tratado bien a una empresa o a una institución para ganar el premio.
En realidad, se puede probar que en la mayoría de los casos, presentarse a un premio no significa que ese periodista sea un vendido. Pero como al lector le puede nacer la sospecha, lo mejor es evitar pensamientos pendencieros y recomendar a los periodistas que no se presenten a ningún premio. Desde luego, hay premios jugosos. Pero los periodistas son pagados por sus medios y eso les debería bastar. Si no ganan lo suficiente, que escriban cuentos o novelas, y que las presenten a cualquier premio. Eso es otra cosa.
¿Y qué pasa cuando el periodista no presenta ningún artículo a ningún premio pero es premiado por alguna empresa debido a “su excelente investigación”, “su trayectoria” o lo que fuere?

En ese caso, sí puede ir y recoger el premio. Y el periódico debe informar de que se trata de una iniciativa particular, que el periodista no movió ningún dedo, y por eso se puede hablar de que no va a ser influido por el premio. ¿Y será así?


Imaginemos que la empresa Asfaltos Pérez concede un premio a un periodista por sus informaciones estupendas. Son 50.000 euros. Días antes de recoger el premio, el periodista recibe un sobre cerrado que contiene información sobre Asfaltos Pérez, en la cual se dice que es una empresa que paga comisiones, que ha falseado sus cuentas y más cosas delictivas. ¿Qué hará el periodista?

Existe la duda, claro. Pero mantengo mi opinión de que los periodistas pueden recibir premios a los que no se hayan presentado.

Lo mejor en todos los sentidos sería que los periodistas solo deberían recibir premios de asociaciones de periodistas independientes. Pero que esa asociación o institución no tuviera ninguna relación especial con ningún medio. Me hace gracia que los premios Ortega y Gasset que da El país se concedan a periodistas de El País, y que digan que son premios independientes. Ya sé que también se lo dan a periodistas de otros medios como la Vanguardia, pero ¿se imagina alguien dando un Ortega y Gasset a un periodista de El Mundo por una gran exclusiva?

Bueno, para terminar, en mi carrera periodística he recibido un solo premio y un pregón. El premio era de la Asociación de Jugueteros o algo así y nunca me presenté sino que lo hicieron porque en una época escribí algunos artículos sobre ello. Supongo que me animaban a escribir más de juguetes pero creo que desde entonces, ya no he escrito más de juguetes. Y el pregón fue porque era director de una revista y alguien en el pueblo de Nájera pensó que yo era un tipo importante. Di el pregón, me invitaron a una cena y lo pasé en grande bajo una tormenta terrible.