Si todos los economistas escribieran para economistas, todos los científicos para gentes de ciencia y todos los abogados para los jueces, al pueblo llano sólo le quedaría la televisión. Pero es mentira que los economistas, los científicos o los abogados sólo quieran ser leídos por su tropa. Les encantaría recibir halagos (nunca críticas, claro) de superiores e inferiores, de otros departamentos o divisiones, y de sus amigos. “Excelente informe: se entendía todo”. “Me lo he tragado de principio a fin”. “No podía dejar de leer”.
Pero también les gustaría ser leídos por gentes lejanas como veterinarios, arquitectos, policías, peones de carga, autobuseros o pasteleras. “Leí su columna y me gustó”. “¿Es usted el autor de ese análisis? Asombroso”. “Lo entendí de cabo a rabo a pesar de que no soy un experto”.
Por desgracia, cada uno escribe para los suyos y por eso tenemos un país donde el conocimiento, como ciertas aguas, permanece estancado en acequias y se pudre. Hasta que llega alguien que hace el esfuerzo de comunicarse con otras galaxias y descubre que los habitantes de esos planetas se lo agradecen. Abadía con sus parábolas económicas; Hawking con sus misteriosos agujeros negros en el espacio; Sachs con sus cuentos inauditos de enfermedades estrafalarias (medicina)...
“No me interesa ser leído por las masas; sólo por mi jefe o mis colegas”, dice la mayoría. ¿Perdón? No me lo creo. Ni su jefe ni sus colegas aguantan esos informes escritos con frases largas del tamaño de un párrafo; o con archisílabos como “sobredimensionamiento” en lugar de decir “exceso”; con sustantivos fantasmas “territorialidad o deslocalización”; sin verbos de acción, sin metáforas ni símiles (seguramente la forma primigenia de contar eventos), sin ideas claras; sin orden y con exceso de acrónimos (OCDE, FMI, RRHH), cifras, porcentajes, estadísticas; en fin, poco sentido común y ausencia de análisis.
Y encima, con títulos incomprensibles como “La consecución de estrategias plausibles para la optimización de los recursos humanos en un entorno variable de competitividad recurrente” (por cierto, ¿dónde están los verbos en esa frase?).
Creo que a todo el mundo le encanta que le digan "Te he leído". Lo que pasa es que no se han puesto a hacer I+D sobre el arte de escribir. Creen que el I+D es solo para la ciencia. No señor. También sirve para la escritura y este blog es la prueba.
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