En el 99% de los casos, empezamos a escribir proponiendo una tesis. Por ejemplo:
1. "Actualmente, las leyes sobre la criminalidad no castigan a los malos".
2. "En nuestros días, se está abusando de la comida sin azúcar";
3. "Los políticos, son la clase peor valorada por los españoles".
No hay que suprimir ese texto sino situarlo donde le corresponde: en segundo lugar. Porque en primer lugar, tiene que haber un texto repleto de imágenes, una historia humana, una descripción singular. Por ejemplo:
Para el texto número 1. "Juan Vázquez salió de prisión gracias a un permiso penitenciario. En tres días, asesinó a cuatro personas y desvalijó dos joyerías".
Para el caso 2. "El servicio de urgencias del hospital La Paz de Madrid atendió la semana pasada un caso extraordinario: la primera persona con anorexia por falta de azúcar. Se llamaba J.P. y en los últimos diez años, nunca ha probado azúcar sino productos con edulcorantes".
Caso 3. "Suspendido. Suspendido. Suspendido. Esa es la nota que dieron los españoles a ZP, Rajoy y a Montilla en la última encuesta del CIS. Demostrado: los españoles detestan a sus políticos".
Esta técnica tan sencilla logra despertar el interés, y además, acentúa el poder de los segundos párrafos, de esas tesis escritas de forma más generalista.
Y funciona siempre. Es una técnica infalible.
Veamos cómo queda en el primer caso:
"Juan Vázquez salió de prisión gracias a un permiso penitenciario. En tres días, asesinó a cuatro personas y desvalijó dos joyerías.
Actualmente, las leyes sobre la criminalidad no castigan a los malos. Bla, bla, bla..."
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