sábado, 28 de noviembre de 2009

¿Quién dijo que un reportaje no puede oler?

¿Por qué no? Los reportajes pueden oler.

Hace muchos años, un novelista llamado Patrick Suskind demostró lo que parecía indemostrable: que mientras uno leyera una novela, se pudieran oler un montón de asquerosidades o perfumes.

La novela se tituló "El perfume" y todos los que la han leído afirman que mientras la leían sintieron esos olores.

Bien. Transcribo uno de los párrafos de Suskind:

"En la época que nos ocupa, reinaba en las ciudades un hedor apenas concebible para el hombre moderno. Las calles apestaban a estiércol, los patios interiores apestaban a orina, los huecos de las escaleras apestaban a madera podrida y excrementos de rata; los cocinas a col podrida y grasa de carnero; los aposentos sin ventilación apestaban a polvo enmohecido; los dormitorios, a sábanas grasientas, a edredones húmedos y al penetrante olor dulzón de los orinales. Las chimeneas apestaban a azufre; las curtidurías, a lejías cáusticas; los mataderos a sanre coagulada. Hombres y mujeres apestaban a sudor y a ropa sucia; en sus bocas apestaban los dientes infectados, los alientos olían a cebolla y los cuerpos, cuando ya no eran jóvenes, a queso rancio, a leche agria y a tumores malignos. Apestaban los ríos, apestaban las plazas, apestaban las iglesias y el hedor se respiraba por igual en los puentes y en los palacios. El campesino apestaba como el clérigo; el oficial de artesano, como la esposa del maestro; apestaba la nobleza entera como un animal carnicero y la reina como una cabra vieja, tanto en verano como en invierno, porque en el siglo XVIII aún no se había atajado la actividad corrosiva de las bacterias y por sonsiguiente no había ninguna acciçon humana, ni creadora ni destructora, ninguna manifestación de vida incipiente o en decadencia que no fuera acompañada de algún hedor".

Si Suskind lo hizo con su novela, ¿por qué no lo pueden hacer los reporteros?

(El texto está sacado de la edición de Seix Barral, de 1988 traducida por Pilar Giralt).

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