Os pido que imaginéis esto:
El redactor jefe pide que escribamos la historia de Micah True, un corredor de maratones de unos 60 años que se perdió en uno de sus habituales entrenamientos solitarios y que fue encontrado muerto por sus amigos, cerca de un arroyo.
¿Cómo organizamos este extenso reportaje de 3.000 palabras?
En principio parece fácil. Micah True tiene todos los ingredientes para cocer un buen reportaje: medio hippy en su juventud, llegó a vivir solo y alimentarse de papayas. Organizó carreras en las que el mundo, conoció a los increíbles indios tarahumaras, unos corredores insólitos. Para Micah, el hecho de correr era una liberación, un estado del alma. Era un bicho raro.
Todos contaríamos la historia desde el final, es decir, revelando cómo lo encontraron muerto.
Pero si lo hacemos, el lector dará vuelta a la página. ¿Cómo podemos mantenerle pegado hasta el final de esta extraordinaria historia?
El autor de este reportaje publicado en The New York Times y en EPS (semanal de El País) empleó la intriga.
Atentos. Lo hizo así. Primero empezó con este párrafo:
"Un martes por la mañana de finales de marzo, Micah True salió solo a correr por los escarpados caminos de Gila Wilderness (Nuevo México, Estados Unidos). El sábado aún no se había vuelto a saber nada de él. Llevaba unos pantalones cortos, una camiseta y unas zapatillas de correr. Por la noche se alcanzaban los seis grados bajo cero. Durante tres días, los equipos de rescate habían rastreado el terreno a pie, a caballo y desde el aire".
Pero no revela el triste destino de Micah sino que recompone su vida. En los primeros párrafos prosigue como si estuviera reviviendo la historia en tiempo presente, intercalando declaraciones de los que intentan rescatarlo. Es decir, lo que en cine vendría a ser narración con flash backs.
Luego, nos presenta poco a poco a Micah True: 58 años, personaje mítico, apodado Caballo Blanco, lo que comía, dónde vivía (quería estar cerca de los indios tarahumaras a los que admiraba), el libro que se escribió sobre él en 2009...
El narrador intercala de nuevo la búsqueda, que prosigue sin éxito. Allí estaban sus amigos como Ray Molina, Jessica Haines, Dean Bannon...Todos tratan de saber qué le ha pasado. Nosotros, los lectores, estamos intrigados esperando el momento del terrible hallazgo. Ya nos hemos enamorado del personaje.
Luego, el reportero explica por qué se llama Micah True. Es el nombre que él se puso. Se llama Michael Randall Hickman. De padre católico y conservador, él se inclinó por la contracultura de los sesenta. Rubio, alto, con melena, un día se aficionó a las carreras de resistencia y los maratones. Sufrió lesiones, entrenaba en las Rocosas...
En una ocasión, se apuntan a esas larga carreras que él organizaba unos indios en alpargatas. "Eran bajitos y algunos parecían muy viejos". La carrera tenía una distancia de 160 kilómetros. Ganaron los indios.
Micah empieza a estudiarlos. Se enamora de su forma de correr, de su resistencia, se va a vivir cerca de ellos. El reportero no revela el final de Micah hasta la última parte. Pero no en el último párrafo. ¿Cuándo?
Si pudiéramos dividir el reportaje en cinco partes, digamos que lo revela al principio de la quinta. Sería un poco tramposo hacerlo en la última línea. ¿Por qué? No lo sé muy bien, pero sé que en las escuelas de Escritura Creativa se dice que hay que evitar los finales sorpresa que aparezcan en la última línea.
Como dije antes, el reportero lo revela mucho antes: los rastreadores descubren una camisa, se acercan, ven el cadáver boca arriba, las moscas revoloteando. A partir de ahí, el autor describe la tristeza del hallazgo, el dolor de sus amigos, el traslado del cuerpo en burro, la acampada que tienen que hacer a medianoche para descansar: el cielo, plagado de estrellas... comieron tortillas... intentaron contener su tristeza... se pusieron a contar historias de Micah.
Creo que ese es el homenaje más bello que podemos hacer a nuestros amigos fallecidos. Recordarles contando historias sobre ellos.
Y este es el cierre. Majestuoso.
"Micah True murió mientras corría a través de los maravillosos caminos de Gila Wilderness. Muchos de sus mejores amigos acudieron a buscarle siguiendo sus mismos pasos por los magníficos cañones, los bosques y los arroyos, gritando una y otra vez su nombre".
Esa es la técnica del suspense. Mantener al lector pegado a la historia hasta el final. Despertar emociones.
Me habría encantado escribir esta historia.
Conocí la noticia de la muerte de Micah hace varios años. Me quedé impresionado y pedí a uno de mis reporteros que la contara.
Ahora la he vuelto a recordar con este bello reportaje de El País Semanal, que procede de Barry Bearak, del NYT (traducido por Virginia Solans). Se titula. "Correr a muerte". (No hay enlace).
Bien hecho.Un estupendo homenaje a Micah.
(Otro día hablaré de cómo hacer buenos 'cierres' en los reportajes).