sábado, 9 de abril de 2011

Unos minutos con el periodista de The Guardian que publicó las filtraciones de Wikileaks


David Leigh estuvo esta semana en Madrid presentando su libro "Wikileaks y Assange", (Deusto) que firma junto con otro periodista llamado Luke Harding.

El libro está descrito en tercera persona, a pesar de que Leigh es protagonista de algunos pasajes como el encuentro con Assange en un hotel de Noruega. "Usé la tercera persona porque en realidad mucha gente de The Guardian intervino en el libro y en la investigación", me dijo pocos minutos antes de comenzar la rueda de prensa en Madrid.


Aproveché esos minutos para preguntarle por esa primera vez que vio a Assange. "Oye", le dije", "no te sonó raro que en medio de una fiesta en un hotel, llegase Assange y te dijera: '¿Quieres ver algo especial? Sube a la habitación conmigo".

Leigh se echó a reír. "Sonaba muy raro", confesó. Una vez en la habitación, Assange le mostró el espectacular video donde un helicóptero Apache ametralla y mata en Bagdad a doce personas, entre ellas dos periodistas de Reuters. "Fue lo más fuerte que he visto en mi vida", confesó Leigh.

Le confesé que le envidiaba por todo lo que ha vivido con el caso Wikileaks. "Estas cosas pasan una vez en la vida", reconoció. Luego, en la rueda de prensa, Leigh afirmó que gracias a Assange y a Wikileaks el periodismo de investigación está renaciendo.

Es verdad. Hablamos de que los medios de comunicación están viviendo un cambio de modelo y lo están haciendo en medio de una crisis económica. Como todo eso está desbaratando la cuenta de resultados de las empresas periodísticas, y entonces recortan los fondos para la investigación porque es muy costosa. Tener a uno, dos o tres periodistas sin producir artículos diariamente es muy costoso. Tener a un equipo de investigación gastando dinero en viajes, en recursos, en hoteles, en citas con fuentes confidenciales y sin producir mientras tanto un solo artículo, es muy oneroso.

Por eso, no había grandes historias en la prensa desde hacía mucho tiempo. Había historietas. no grandes historias. No revelaciones.

Eso es lo que hay que agradecer a Wikileaks. Y a Assange, a pesar de que está medio loco y que es un poco raro. Por ejemplo, con las mujeres. El episodio de sus extravagancias con dos suecas que le admiraban, al final ha enemistado a Assange con The Guardian. Están peleados porque The Guardian publicó que Assange no había tenido cuidado al acostarse con dos mujeres en diferentes días, las cuales, al ver que no usaba preservativo, le exigieron que se hiciera la prueba del sida. Assange se negó. Le denunciaron.

The Guardian publicó este comportamiento delictivo (razón por la cual puede ser extraditado desde Londres), pero a Assange no le gustó. Les dijo que no publicasen nada de eso. No quería ser transparente con su vida personal, en lo cual tiene razón... siempre que no haya una denuncia por medio.

Leí el libro de Leigh y me gustó mucho. He leído otro de Greg Mitchell titulado "La era de Wikileaks" (The Age of Wikileaks), que no está en español. Es un resumen de lo que todos sabemos y está bien por eso.

Y me queda por leer la visión de Wikileaks del máximo colaborador de Assange, el alemán Daniel Domscheit-Berg, que se separó y fundó OpenLeaks.org. Ha escrito "Dentro de Wikileaks" (Ediciones Roca).

Aquí os dejo lo que publiqué en 233grados sobre la rueda de prensa de Leigh. Otra entrevista (en inglés) que le hizo TechCrunch.

Y además, lo que publiqué días antes en mi blog de Lainformacion.com, cuando se cumplió un año de la aparición en público del video del helicópero Apache que nos estremeció.

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