domingo, 12 de julio de 2009

Cómo entrevistar durante varios meses a un político y no sufrir el síndrome de Estocolmo


Una periodista siguió los pasos de David Cameron a lo largo de los últimos meses y su reportaje-entrevista se publicó en El Semanal de Vocento hace unas semanas. Cameron es el líder del partido conservador británico, los tories, y ya se piensa que va a ser el próximo primer ministro de Gran Bretaña.

¿Seguir los pasos a una persona durante meses? ¿Asistir a sus mítines? ¿Comer con él? ¿Visitarle en su casa? ¿Conocer a su familia?

Para cualquier periodista es una gran oportunidad. El encuentro tenía además un toque humano difícil de sobrellevar: un hijo Cameron que sufría parálisis cerebral murió hace poco. La periodista cuenta el cariño de Cameron por su hijo y de cómo influyó al político en su visión de la vida.

¿Se dejaría influir la periodista por la humanidad del político? Era un reportaje apetitoso. pero también muy peligroso porque en esas circunstancias, los periodistas se dejan arrastrar por el personaje y pierden su objetividad. Síndrome de Estocolmo.

A mi juicio, nada de eso sucedió aquí. La periodista no se deja llevar por la cercanía. Mantiene las distancias. Al principio parece que la informadora se está congraciando con el personaje, pero a medida que avanza el artículo, esa cercanía se esfuma y aparece un retrato más objetivo que, sin dejar de ser humano, no es ñoño. Los lectores británicos no se lo habrían permitido. Quizá los españoles sí.

En cualquier caso, es un buen ejemplo de cómo entrar en el corazón de un político tan seductor, y no dejarse devorar por sus poderosos intestinos.

Dejo aquí la pieza.

Vale la pena para estudiarla y subrayarla.

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