domingo, 26 de febrero de 2012

Destapa tus prejuicios y luego busca la verdad


Hace un par de días, el grupo Intereconomía reveló un video donde alguien agredía a sus cámaras mientras realizaban una entrevista en vivo en Valencia. Les desconectaron incluso los micrófonos, según decía la locutora en Madrid.

Los reporteros de esa cadena que estaban en Valencia denunciaron haber sufrido una agresión y hasta patadas.De hecho, en un momento se ve que alguien que merodea al fondo de la imagen, sale corriendo hacia la cámara y entonces la imagen de pierde.

Poco después, alguien dijo en internet que todo aquello era un montaje de la cadena. Y para probarlo, subió un video antiguo de la misma cadena donde se veía de nuevo al supuesto agresor pero en otra ocasión más antigua.
Según esta versión, se trataba de un actor contratado por la cadena para simular un ataque.

Mucha gente no esperó la versión de la cadena, y aprovechó esta versión para lanzar por las redes sociales que Intereconomía estaba manipulando la información.
La cadena por fin respondió: esa persona, que efectivamente salía en dos videos diferentes al fondo de la imagen, no era un actor sino una persona del equipo técnico que siempre les acompaña, y que en este caso salió a socorrer a sus compañeros. No era el agresor, sino una persona que al ver la agresión, salió en socorro de sus compañeros.

Supongo que la versión de Intereconomía es la correcta (al menos esta vez), porque las imágenes son bastante elocuentes. No me voy a parar a discutir eso.
Lo que me interesa comentar es cómo los prejuicios pueden deformar la realidad.
Esta vez la víctima puede haber sido Intereconomía, pero en otras ocasiones puede ser Público, El País, El Mundo o cualquier medio.

Lo que quiero demostrar es que cuando no somos capaces de apagar el fuego de nuestros prejuicios, acabamos creando una realidad inventada.
La gente de izquierdas siempre apoyará a sus medios, y verá en los otros, unos 'enemigos'. La gente de derechas hará lo mismo con los suyos.
No solo nos pasa a los ciudadanos de a pie, sino a todo el mundo, y será así siempre.

En un libro de filosofía leí lo siguiente. "Ningún ser humano se limita exclusivamente a hacer uso del pensamiento racional y de la observación", decía W. K. Guthrie en su "Historia de la Filosofía" (Tomo I sobre los presocráticos). Hablaba de 'presuposiciones inconscientes' para relatar cómo los primeros filósofos griegos, a pesar de su empeño en buscar explicaciones racionales a la naturaleza y a la causa de todo, no podían desprenderse de los prejuicios de su tiempo y por ello achacaban el movimiento o la primera causa a elementos como el aire, el fuego, el agua, o lo que fuera.

¿Por qué? Porque todos somos víctimas de los prejuicios de nuestro tiempo. No podemos desprendernos de ellos para entender el mundo.Esta actitud no solo moldea nuestros conceptos sino también nuestro lenguaje.

Me vino a la mente uno de los filósofos que más se ha ocupado de entender la interpretación que damos a los acontecimientos. Es Hans Georg Gadamer. En "Verdad y Método" dice, rizando el rizo, que "no son tanto nuestros juicios sino nuestros prejuicios los que constituyen nuestro ser". Y pensando como un filósofo que no se queda en la superficie, iba más allá, o más hondo, al decir "Los prejuicios no son necesariamente injustificados ni erróneos, ni distorsionan la verdad".

Los necesitamos porque constituyen nuestra primera aproximación a la experiencia. Ya que no nacemos con todo el saber del mundo en nuestro hipotálamo, sino que tenemos que formarnos una imagen del presente con lo que conocemos del pasado. Los prejuicios son "la orientación previa", dice Gadamer, "son anticipos de nuestra apertura al mundo".

Quizá este no es el sitio para hablar de ello, pero no puedo dejar de pensar en la fuerza manipuladora de los prejuicios cuando veo la forma en que "forzamos la realidad".
Creo que los periodistas deberían sentarse a reflexionar cuáles son sus prejuicios, y hacerlo antes de empezar a escribir la primera línea de cualquier artículo.

Estamos constreñidos por nuestros prejuicios de raza, de nacionalidad, de clase social, de cultura, de educación, de tiempo histórico, de padres, de guías, de ejemplos, de películas, de carácter, de información recibida y de miles de cosas más.

Solo cuando razonamos y penetramos en ello, tendremos suficiente conocimiento para reconocer que todo lo que vemos lo estamos viendo 'desde un punto de vista'. El nuestro. ¿Es el mejor? ¿Estamos recreando la realidad? ¿Qué pasa cuando la realidad no se ajusta a nuestros prejuicios? ¿La doblegamos como los casos que he mencionado? ¿O la descubrimos? ¿Cómo encontrar la verdad?

En fin, para pensar un ratito.