viernes, 30 de octubre de 2009

¿Dónde pongo el adjetivo?

¿Qué diferencia hay entre "un bello bosque" y un "bosque bello"?

En inglés suelen poner el adjetivo delante: "a beauty forest" y ya está.

En español hay diferencias:
"Un bello bosque" quiere decir que ese bosque tiene la particularidad de ser hermoso.
"Un bosque bello" suele usarse para distinguirlo de "bosque tupido", "bosque feo", es decir, de otros bosques. A veces la diferencia es muy sutil.

Además, ciertos adjetivos puestos delante o detrás cambian radicalmente el sentido:

"Pobre hombre" no es lo mismo que "hombre pobre"; "gran hombre" no es lo mismo que "hombre grande"; "cierta noticia" no es lo mismo que "noticia cierta".

Lo que recomiendan los amantes del idioma es no poner dos adjetivos que, como la Guardia Civil, son iguales: "Notorio y manifiesto homenaje"; "hermoso y bello bosque"; "alta y elevada imagen"...

Y desde luego, evitar los adjetivos manoseados: "lindo espectáculo"; "hermosa mañana"; "pertinaz sequía".

sábado, 24 de octubre de 2009

Lanza el anzuelo y saca al pez en el primer párrafo

Una rápida forma de presentar a un autor. Original, informativa, chocante... Todo en pocas líneas del principio. ¿Y el resto? Igual de amena. Es una buena entrevista "reportajeada", una fórmula usada mucho por la prensa americana, y poco por la española.

"Deja propinas exageradas a las camareras que tienen buen culo. Su fama de gourmet es legendaria, su afición al vino notable y memorables han sido sus juergas, entre otros, con su amigo Jack Nicholson. Quienes le conocen bien dicen que Jim Harrison (Michigan, 1937) es más grande que la vida. Resulta difícil acotar la personalidad de este novelista, poeta y guionista estadounidense: escapa a las etiquetas y lleva más de cincuenta años empeñado en ello. La fama no ha cambiado esto. Le llegó con obras como Leyendas de pasión, Dalva y Un buen día para morir. Mucho antes, a los catorce decidió que quería ser escritor. Poco después de cumplir los veinte sacó su primer poemario. En total ha publicado más de treinta y cinco libros. En Francia es una celebridad y en Estados Unidos, una especie en extinción. Harrison va por libre."

Se puede leer esta entrevista en El País, Babelia.

viernes, 23 de octubre de 2009

Los críticos de arte se congelaron en el tiempo

A los que hacen la crítica de obras literarias, análisis de estrenos de teatro, comentarios de exposiciones... A todos ellos les digo: me aburren.

Empiezan siempre de la misma forma: demostrando lo mucho que saben. ¿La obra? Que espere, pues ahí está el crítico para restregarnos en la nariz lo mucho que ha leído, sus profundas convicciones sobre la historia del arte, o cómo la lectura del libro, la visita a la exposición, o la asistencia al estreno de teatro, es "una experiencia inaplazable". Es como ir a un restaurante y en vez de pinchar directamente en el pavo, tenemos que esperar a que el chef haga una loa del pollo de pita. ¡Hay hambre, carajo!

No, amigos. No hay piedad. El que siga escribiendo de esa manera tan aburrida y decimonónica, que después no se queje si se queda en el paro. ¿Queda alguien original en esta profesión? ¿Es que no hay otra forma de empezar las crít¡cas artísticas que diciendo "llega con cierto retraso a nuestra ciudad, la primera exposición individual...? Bla, bla, bla. "Nuestras salas de cine acogen con placer el estreno de....". "Tras recorrer con éxito fulgurante las principales óperas de Europa, aterriza en España...". "El escritor ha tocado todos los géneros y esta vez nos regala con una serie de cuentos..."

Bla, bla, bla.

Es hora de la Revolución. ¡A la guillotina! ¡Que caigan más cabezas!

jueves, 22 de octubre de 2009

Lo que nos enseña el arte del cómic


Los cómics nos enseñan a contar historias. Si pudiéramos dibujar nuestros reportajes y convertir las sentencias en viñetas, quizá descubriríamos mejor nuestros fallos narrativos.

Soy un fascinado seguidor de Scott McCloud. Tiene varios libros sobre el arte de dibujar cómics, su narrativa, sus trucos... Y están tan bien contados con esa combinación maestra de palabras e imágenes, que vale la pena que le prestéis atención.

Scott hizo unas viñetas hace un año para explicar Google Chrome, el buscador de Google, y estaban tan bien hechas que se convirtieron en un ejemplo de cómo explicar algo con imágenes.

En uno de sus libros tiene un capítulo titulado "El Poder de las Palabras", y dice: "Las palabras evocan sentimientos, sensaciones y conceptos abstractos que las imágenes apenas pueden empezar a atrapar".

Os dejo una web donde Scott explica parte de su técnica.

Tiene un video bastante claro. Su padre era ciego.

miércoles, 21 de octubre de 2009

Trucos para evitar los relativos

Uno de mis mayores defectos es que meto muchas frases de relativo: muchos "que".

Para resolverlo, acudí al manual de Martín Vivaldi. Dice lo siguiente:
Mete un sustantivo y una aposición:
En lugar de :"El general que conquistó la ciudad"
Escribe: "El general, conquistador de la ciudad".

O un adjetivo y una aposición.
En lugar de "Hay una edición de este libro que me resulta muy agradable por su impresión".
Escribe: "Hay una edición de este libro, muy gratamente impresa".

Un adjetivo sin complemento:
En lugar de "dos movimientos que se producen al mismo tiempo"
Escribe "dos movimientos simultáneos"

Un adjetivo seguido de complemento:
En lugar de "Un padre que perdona fácilmente a su hijo".
Escribe "Un padre indulgente para su hijo".

Emplea mejor las preposiciones:
En lugar de "las hojas secas que hay en el bosque".
Escribe: "Las hojas secas del bosque".

En lugar de "Una prueba que confirma mis sospechas".
Escribe "Una prueba en apoyo de mis sospechas"


domingo, 18 de octubre de 2009

El periodista que derribó el Muro de Berlín


Conocí a Riccardo Ehrman hace tres semanas. Le llamé y me invitó a su casa. Vive en La Latina, Madrid, con su mujer. Es un hombre que está a punto de cumplir ochenta años. Cuando me senté me preguntó si deseaba tomar algo: un café, dije. "¿Y no te apetece un whiskito?", me dijo guiñándome un ojo. "Ssstupendo", contesté. Aquel whisky a las once de la mañana me hizo recordar las señas de identidad de los viejos periodistas.

Riccardo estaba en Berlín el 9 de noviembre de 1989. Estaba en el centro de Prensa Internacional. Estaba sentado en la tarima, porque no había más sitio. Estaba muy cerca de Gunter Schabowski, el miembro del politburó que daba explicaciones en aquel momento sobre los permisos de viajes, que iban a entrar en vigor, y que permitirían viajar a los alemanes comunistas a Occidente casi sin obstáculos.

Riccardo preguntó "cuándo" entraría en vigor, y Schabowski, después de titubear, dijo que "inmediatamente". Riccardo corrió a un teléfono, llamó a su agencia Ansa, y les dijo que había caído el Muro de Berlín. La agencia lo transmitió y se anotó la exclusiva del siglo.

Además, como la rueda de prensa había sido televisada, los alemanes del Este no se lo pensaron dos veces y salieron corriendo a las fronteras. Los policías no sabían qué hacer. Hasta que por fin, levantaron las barreras. Poco después, el Muro era hecho pedazos.
Todo eso me lo contó Riccardo hace tres semanas. La semana pasada lo publiqué en el Magazine de El Mundo. Es la historia de un periodista que hizo caer el Muro de Berlín. Lo que vino después ya se sabe. Cayó el comunismo en bloque. Son cosas que suelen pasar.

Que lo disfrutéis.

No lo escribas, díctalo

Los grandes escritores afirman que, cuando terminan de escribir el capítulo de un libro, una página o un párrafo, la declaman en voz alta para ver cómo suena. Y lo que falla, lo quitan o lo modifican. Sólo dejan lo que "suena" bien.

No está claro si escribimos oyendo nuestras palabras pero está demostrado que repasar en voz alta un texto ayuda a detectar errores de cacofonía, aliteraciones, repeticiones, y sonsonetes (o rimas).

¿Algún truco rápido para resolverlo? Dicta tus artículos. No los escribas. Díctalos como si tuvieras una secretaria. Si tienes Windows Vista disfrutarás también de un programa que identifica tu voz y lo convierte en texto de Word.

Dan Brown, el escritor de best sellers como "El Código Da Vinci", descubrió este método hace muchos años y lo califica de "maravilla". Parece que lo usa para dictar los libros en bruto, luego los corrige con el viejo sistema de quita-y-pon del teclado.

Yo tengo el Nuance. Es un programa muy avanzado que uso de vez en cuando para dictar artículos. Lo uso cuando estoy cansado de escribir. Tiene la ventaja de que ayuda a engarzar mejor las ideas, y a dar continuidad a las frases. Parece que suena mejor. Empleas mejor las proposiciones y los verbos preposicionales (informar que, pensar en, dirigirse a). He aquí un artículo escrito casi todo en Nuance. Lo dicté con un micrófono, aunque luego lo repasé y añadí cosas a golpe de tecla.

El Nuance además, es un programa que almacena tu forma de hablar, tus manías, tus tics, tus malas pronunciaciones, y al final las identifica más a medida que lo usas más. Crea un repertorio. Y si otra persona quiere usar tu ordenador para dictar artículos, o cartas o mails, puede abrirse una carpeta con su nombre, y el Nuance identificará su voz.

sábado, 17 de octubre de 2009

El 'tempo' de los artículos es como el de la música


Imagina que tienes que escribir un artículo de opinión sobre "Agora", la película de Amenábar.
Si te piden que rellenes cinco folios, tu mente ejecutará automáticamente un "largo", que en música equivale a 20 pulsaciones por minuto. Es un tempo lento y ceremonioso, reflexivo y tranquilo. Estirarás las frases como un chicle, meterás subordinadas y relativos. Paja.

Si te dicen que cuatro folios, te verás obligado a concentrar tus pensamientos en menos páginas. Eso te supondrá acelerar tu ritmo para escribir un "adagio", o sea a más de 60 pulsaciones por minuto. Quitarás un poco de paja y tratarás de acortar las frases.

Si te dicen que tres páginas, tu mente se preparará para escribir al ritmo de un "andante", es decir más ágil, más dinámico. Suprimirás párrafos enteros, frases redundantes y calificativos repetidos. Las palabras archisílabas y sobresdrújulas se convertirán en llanas o agudas. No dirás "pluviometría" sino "lluvia". Tampoco dirás "dinamicidad" sino "acción". Pasarás de 100 pulsaciones.

Si se trata de concentrar el comentario en dos páginas, tu tempo podrá sobrepasar las 120 pulsaciones por minuto, incluso llegar a 160 pulsaciones, lo cual ya supone un ritmo de carrera. Entonces escribirás como si fuera un "allegro". Acortarás tus frases, pondrás un punto y seguido donde había una conjunción. Eliminarás descripciones engorrosas. Escribirás con palabras de menos de cuatro sílabas.

Y si tienes que resumir todo en un folio, no quedará más remedio que emplear frases muy cortas, como Oriana Fallaci, estilo de metralleta. Muchos puntos y seguidos. Nada de subordinadas. Pocos adjetivos repetidos. Al grano. Ese estilo se llama "presto" o "prestíssimo", y llega incluso a sobrepasar las 200 pulsaciones por minuto, una verdadera carga de la caballería.

Hace un siglo, cuando no vivíamos agitados por el concepto del tiempo (y del rendimiento) de ahora, las frases podían contener hasta 40 palabras. A medida que nos hemos hecho más acelerados, nos saltamos las descripciones engorrosas y las odiosas disertaciones: las frases se han acortado hasta contener una media de 15 palabras.

Pero la falta de concentración, las distracciones de tantas páginas webs que tenemos que leer, la facilidad con la que podemos conectar un móvil, un PC o cualquier dispositivo, obligan a los periodistas a escribir cada vez más con el "presto", es decir, soltar muchas ideas en pocas frases. Aun así, la mayoría sigue empleando el estilo "largo" porque desean impresionar a sus lectores. Es el estilo académico, formal, del siglo XIX. Pero así nunca te leerán.


El truco para dominar bien este arte consiste en usar el "presto" aunque tengamos que escribir muchos folios. Como he dicho antes, cuando sabemos que hay que escribir muchos folios, nuestra mente conecta el modo "lento" o "largo": es un estilo muy apagado pero lo hacemos así porque intuimos que nos vamos a quedar sin gasolina, que no vamos a rellenar tal cantidad de folios. ¿Pero qué pasaría si usásemos un estilo rápido en un texto largo? Que mantendríamos la atención hasta el último momento, tal como hacen los grandes escritores de best sellers. Las tres novelas de Larsson suman más de 2.000 páginas y la gente las devora como si fueran galletas. Es porque usa un tempo "prestísimo" (propio de la acción), a pesar de que la obra sea una larga sinfonía.

En la música, el ritmo lo dan las notas. Se les denomina redondas, blancas, negras, corcheas, semicorcheas, etc... Cada una divide la anterior en dos. Subdivide el tiempo. Por decirlo así, a medida que metamos más subdivisiones, aumenta el ritmo. Una palabra larga, por ejemplo, ornitorrinco, equivaldría a una "redonda", es decir, dura más tiempo. Un monosílabo, por ejemplo, "ya", equivaldría a una "semifusa". Es una nota muy corta.


De modo que, si deseas atrapar la atención, acelera tu tempo metiendo notas cortas. No importa cuánto dure la obra. Lo importante es usar notas cortas, que den más ritmo. El mejor ejemplo es Oriana Fallaci. Escribía como una metralleta. Los músicos llaman a esta técnica de acelerar el tempo,"stretto", "stringendo", "affrettando" o "accelerando". Consiste en ir subiendo las pulsaciones por minuto.

Vamos a poner dos ejemplos extremos, desde el "lento" hasta el "presto":

LENTO O LARGO. "Actualmente, desde distintas áreas del universo cinematográfico y artístico se viene insistiendo en la necesidad de mejorar la calidad del cine español pues, desde luego, contamos con grandes especialistas. No cabe duda de que uno de ellos es Alejandro Amenábar, quien acaba de digirir la película "Agora", que trata sobre las peripecias de Hipatia de Alejandría, una mujer científica del siglo V después de Cristo que propuso tesis fascinantes sobre el movimiento de los planetas.

Amenábar, gracias a su maestría plantea y responde en su cinta a las siguientes interrogantes: ¿Quién era esta mujer tan sobresaliente en su tiempo? ¿Cómo logró destacar en un mundo de hombres? ¿Por qué fue asesinada de forma vil por hordas de creyentes? ¿Qué le sucedió a la Biblioteca de Alejandría?

Sin querer entrar en las polémicas estériles y enjundiosas sobre la ejecución de esta obra cinematográfica, hay que reconocer que el cineasta español, vasco para más detalles, se ha sabido enfrentar con mano firme y con entereza a lo que parecía que había olvidado el cine español, me refiero al cine epopéyico e histórico, a ese viejo cine de masas y decorados, de movimientos de ejércitos y acción a lo grande. A mi juicio, Amenábar ha resuelto todas las dudas pues ha dado respuesta a todas las preguntas".

PRESTO PRESSTÍSIMO. "Alejandro Amenábar acaba de estrenar "Agora". Es la historia de Hipatia, una mujer científica del siglo V. Propuso tesis fascinantes sobre el movimiento de los planetas. Fue asesinada por hordas de creyentes, quienes incendiaron también la Biblioteca de Alejandría.

Por fin, el cine español ha recuperado la epopeya. Desde los decorados a los movimientos de masas, Amenábar ha resuelto todas las dudas que había sobre nuestra capacidad para hacer cine a lo grande".

viernes, 16 de octubre de 2009

Cómo escribir con imágenes




Hace tiempo, el diario La Vanguardia invitó a tres personas a exponer en sus páginas de opinión un tema de debate titulado “hasta dónde llega la mente”. Se trataba de explicar a los lectores qué había de mito y de verdad en torno a las capacidades extrasensoriales de la mente. Una profesora de universidad escribió un artículo sobre la influencia de la meditación en el cuerpo humano. Un periodista que dirigía una revista de ocultismo, habló sobre la intuición y la premonición. Y un biólogo británico, sobre la sensación de sentirse observado. Tres temas de interés, sin duda, porque todos nos hacemos con frecuencia preguntas relacionadas con el desconocido poder de nuestra mente y hemos experimentado extraños sucesos que no logramos explicar.
Estos fueron los tres comienzos:

La erudita universitaria:
“Actualmente, desde distintas áreas de trabajo se pone de manifiesto la influencia de nuestra mente sobre el cuerpo. Los resultados que se obtienen mediante el entrenamiento en técnicas de biofeedback muestran que el estado mental condiciona en buena medida el estado corporal al demostrar que la intención del participante, un acto de la mente, modula las variables psicofisiológicas corporales”.

El periodista:
“Muchas personas sueñan con una situación futura o la presienten y son capaces de prevenirla. O más frecuente es que recordemos repentinamente a alguien con quien no hemos hablado en los últimos años, momentos antes de recibir una llamada suya o que intuyamos inexplicablemente, lo que una persona va a decir o a hacer”.

El biólogo:
“Cuando tenía ocho años, Emma Clarke volvía a casa cruzando un descampado. Sin razón aparente, se detuvo, miró hacia atrás y entonces le invadió el miedo. “Vi a un hombre mirándome desde el otro lado del campo. Se escondió detrás de un árbol. Corrí hasta llegar a casa”.

¿Alguien tiene dudas de quién lo explicó con más ingenio? El biólogo, por supuesto. Para probarlo, pedí al ilustrador Gorka Sampedro que leyera los tres párrafos y que dibujase lo primero que le viniese a la mente. Son los dibujos que muestro más arriba. Los dos primeros son abstractos o conceptuales. El tercero es una viñeta. Una estampa de un comic. Si tomamos un papel en blanco y hacemos el intento de dibujar lo que escribimos, descubriremos si sabemos de verdad contar historias de forma visual.

Conclusión: en la era de la imagen, de la TV, de los videojuegos, de los videoclips, si quieres que te lean escribe para que te vean.

Estas cosas las cuento en mi libro "Manual para escribir como un periodista" (Altera).

miércoles, 14 de octubre de 2009

Por qué la ironía no se entiende en España

La ironía es una figura retórica que consiste en "dar a entender lo contrario de lo que se dice" (Real Academia de la Lengua). Es una burla fina y disimulada. ¿He dicho fina? En España no se entiende la ironía fina. Aquí funciona la socarronería, que es una ironía escrita con tripa de cerdo y sangre de toro. Tiene que ser bruta, bestial, amarga y estomacal. De otro modo no se entiende. Por eso gustan tanto las pelis de Santiago Segura y Torrente. (A mí me gustan también).

En América Latina y en los países anglosajones se entiende bastante bien la ironía. Es un juego verbal.

Dado que yo nací en Venezuela, estoy acostumbrado a usar la ironía. Pero en España, muchos de mis queridos amigos siempre me miran con seriedad y me preguntan si es broma, o si me estoy quedando con ellos. No acierto en mis ironías. Me quedo solo.

El caso es que he usado la ironía en uno de mis últimos artículos pero lo debo haber hecho tan mal que mucha gente me ha criticado. No me han entendido. Mi idea consistía en hablar de Richard Vaughan y su método de enseñar inglés. Para ello, me puse en la piel de una persona que compra el último libro de Vaughan, "Si quieres, puedes", y se encuentra un libro escrito en castellano, donde apenas hay algunos párrafos dedicados al inglés.

A continuación traté de expresar la reacción de este lector, teóricamente indignado porque ha comprado un libro de inglés escrito en español, donde Vaughan relata sus vivencias, sus anécdotas, sus dificultades para aprender español. Y al final, yo decía que tuve una especie de visión porque este libro no enseña inglés, sino enseña cómo se debe aprender un idioma: con esfuerzo, dedicación, voluntad, denuedo... Y creo que es una buena fórmula para aprender cualquier idioma. Con ese giro final yo culminaba la ironía, pues en los últimos párrafos convertía mi aparente burla, en una alabanza. Pero no me expliqué bien.

En mi artículo no valoraba el método Vaughan porque no lo conozco a fondo. Solo trataba de explicar que Vaughan intenta decirnos que aprender un idioma es muy difícil, y que no nos lo tomenos como un paseo por el campo. Es la cultura del esfuerzo lo que importa. Y yo estoy de acuerdo con Vaughan.

El caso es que me pasé de irónico y al final me he encontrado con un montón de mail que se puede clasificar en cuatro partes:

-Los que me atacan por criticar a Vaughan.
-Los que me atacan por alabar a Vaughan.
-Los que me felicitan por criticar a Vaughan.
-Los que me felicitan por alabar a Vaughan.

Y hasta el popio Vaughan me ha escrito diciendo que ha entendido la ironía y me da las gracias por el artículo.

Todo lo cual demuestra que ha nacido un nuevo género periodístico: se llama "la columna total", y produce felicitaciones y críticas furiosas por igual cantidad dado que nadie ha entendido nada. Olé.

Os dejo el artículo. Alerta: no se entiende si no se llega al final. El problema es que mucha gente no llegó al final y se hizo ya su conjetura.

Por eso, ahora me acuerdo de lo que le dice Walter Matthau a Jack Lemmon en "Primera Plana". "¿Por qué te preocupas por el segundo párrafo? Nadie pasa del primero".

viernes, 9 de octubre de 2009

¡Es al revés, estúpidos!

La forma de escribir en España es la siguiente: primero se lanza la tesis doctoral o histórica ("Actualmente, en nuestro país hay una crisis de bla, bla, bla"), y luego, por ahí perdido, a lo mejor insertan una historia curiosa ("Todo esto viene a cuento porque Juan sufrió un accidente; o porque Marisa se lanzó en paracaídas, bla, bla...")

Hay que hacerlo al revés. Primero, el hecho llamativo (Marisa se lanza en paracaídas), y luego la tesis sobre los paracaídas.

Me canso de leer todos los días en la prensa los mismos artículos con el mismo comienzo: parecen del siglo XVII. Son anticuados. No se dan cuenta de que estamos en la economía de la atención y que hay que empezar como en las películas de James Bond: con tiros.

Nuestro periodistas esperan que les lean a pesar de que escriben con un ritmo apagado desde la primera línea.

¡Es al revés, estúpidos!

miércoles, 7 de octubre de 2009

¿Promesas políticas incumplidas? Una web lo comprueba


El diario Saint Petersburg Times creó hace tiempo una web para seguir el rastro de las promesas incumplidas de los políticos. Se llama www.politifact.com

En el caso de Obama, ha creado el Obametro, un medidor para comprobar cuántas de las centenas de promesas del actual presidente (más de 500) se han llegado a cumplir.

Para dar cierto aire científico a estos chequeos, la web clasifica las promesas en varias categorías: no ha hecho nada (No action); está en ello (in the works); atascado (stalled); promesa rota (promise broken); cierto grado de cumplimiento (compromise); totalmente cumplida (promise kept).

El grado de seriedad que le quieren dar a esta web analítica ha llegado al punto de criticar el programa de humor más popular de EEUU, Saturday Night Live (SNL). Hace pocos días, un humorista de este programa se personificó en el mismo presidente Obama, para aparecer diciendo al pueblo americano: "Si echais la vista atrás y veis mis promesas, comprobaréis lo que he hecho hasta ahora: Nada". (Y lo dice también en español). Luego, el humorista que imita a Obama pasa lista a cada unas de sus promesas, y afirma que no ha cumplido ninguna.

La web politifact.com ha dicho a la CNN que no está de acuerdo porque en algunos casos Obama no ha podido cumplir sus promesas (como reformar el sistema de salud) porque los republicanos se lo han paralizado en el Congreso (stalled).

No estaría mal crear una web similar para saber cuánta verdad y mentira hay en las promesas de nuestros políticos españoles.

martes, 6 de octubre de 2009

Los nuevos formatos de la tele acabarán cambiando el estilo de la prensa escrita


Callejeros, Vidas Anónimas, Españoles en el Mundo... ¿qué tienen en común?

Sí, que son historias de gente común y corriente. ¿Algo más? Sí, que el locutor es en realidad el personaje. ¿Aún algo? Sí, el montaje: las escenas están cortadas para que el diálogo sea más dinámico. Cortan y tiran a la basura la paja que pronunciamos todos cuando hablamos, y dejan lo bueno, la chicha. Eso es lo más importante.

Los nuevos formatos de la televisión están teniendo un éxito inesperado. Son reportajes realizados por dos periodistas (un cámara y una locutora-entrevistadora), y se lanzan por España o por el mundo a mostrar la vida de españoles comunes y corrientes. Es una excusa para conocer países insólitos, parajes deliciosos, o vidas raras. Lo que siempre quisimos hacer y nunca nos atrevimos a traspasar.

Después de cientos de horas de grabación (por cierto, con un color y unos encuadres estupendos), hay unos montadores que hacer "corta-pega". Pero vaya "corta-pega". Es como si cogieran estos párrafos que acabo de escribir y los hilaran sin que perdieran sentido, pero los hicieran más cortos. De eso se trata: de comprimir en pocos minutos, historias gigantescas, lo cual le da al reportaje un ritmo delicioso, rápido, animado, imparable...

Mientras veía uno de estos reportajes ayer (Callejeros), me preguntaba si ese estilo (que no es nuevo pero que se ha hecho muy popular) va a modificar la forma de escribir de la prensa escrita. Es que cada vez me cuesta más deterneme a leer reportajes de prensa escrita. Creo que tienen mucha paja. No van al grano. Se detienen en describirme tonterías. Y me pregunté si ese cambio neurológico y esa falta de atención se debe a que me estoy acostumbrando a los reportajes ultrarápidos de la televisión.

¿No es algo para meditar?

Habría que hacer algo de I+D con la prensa escrita y ensayar nuevas formas de contar las cosas, pero con mucho más ritmo. Los medios audiovisuales, mandan.

Si queréis un ejemplo, leed este artículo. Es periodismo del bueno. Acción, tragedia y comedia desde la primera línea. Y reflexión social. Os transcribo el primer párrafo. La autora se llama Maye Primera:

"Visto así -tendido en la camilla de aluminio, en la morgue del hospital- pareciera que las balas no lograron interrumpir el sueño de Jefferson. Hace unas horas lo mataron en su cama, mientras dormía, de cuatro disparos cruzados en el pecho. Tenía 16 años y su asesino, un amigo del barrio y de la infancia, ronda la misma edad. Él y la procesión de cadáveres adolescentes que se apilan a su alrededor a medida que avanza la noche del viernes, confirman la regla universal de que los difuntos siempre parecen dormidos. También validan la estadística local de que los chicos más pobres, de 16 a 22 años, son las víctimas predilectas de la violencia que cada fin de semana se carga entre 30 y 50 vidas en Caracas".